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Las personas con autismo, sin discapacidad intelectual asociada, presentan singulares dificultades las cuales dificultan su detección y diagnóstico, muchas veces no se detectan sus necesidades en el ámbito escolar y familiar, por tanto no acceden a los servicios específicos de apoyo, ya que no se reconoce su grado de discapacidad, ni las necesidades de apoyo a nivel formativo, laboral, de ocio y de vida adulta.
En muchos de los casos esta situación de no reconocimiento se agrava al ser confundidos o englobados en otras categorías diagnósticas (trastornos esquizoides, TOC…), esto conlleva a tratamientos e intervenciones erróneas, poco o nada beneficiosas para la persona.
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